Ser adolescente implica atravesar un proceso de duelo. Perder el cuerpo infantil, sus goces y su representación interna para apropiarse progresivamente de otro cuerpo, abierto a un mundo de posibilidades. Se trata de asumir una nueva identidad, transformando la relación con los padres, a los que en un conflictivo camino perderá también, como los padres del niño que dejó atrás.
El
diario íntimo es una forma de acompañar esa construcción. El joven va guiando
sus pasos, plasmando la cartografía a transitar. El fuerte valor proyectivo y un registro
vinculado a la noción de intimidad acompañan su proceso de escritura, donde lo
que escribe y describe son sus cambios, sus nuevas percepciones. Encuentra en
ese instante retirado, en soledad, las
claves para entenderse y afrontar su posición en el mundo.
¿Pero
qué sucede cuando en la realidad material el cuerpo se encuentra amenazado y la posibilidad de la muerte es tan
cercana como en la guerra?
El
libro Voces Robadas reúne el
testimonio de diarios verídicos, escritos por niños y adolescentes de entre 13 y
20 años desde la Primera Guerra Mundial, atravesando el Holocausto, Vietnam, la intifada palestina, la guerra de Bosnia y
Herzegovia, entre otros acontecimientos, hasta llegar a la guerra de Irak. Una recopilación de historias personales,
donde los temores, sufrimientos e
interrogaciones sobre el mundo adulto
humanizan nuestra visión de las guerras, ese registro que tan bien desdibujan los medios de comunicación.
Zlata
Filipovic, plasmó en su diario lo vivido en Sarajevo, pudo a sus 13 años, con la
ayuda de Unicef, salir de la guerra y
refugiarse en Paris junto a su familia. De su encuentro con Melanie Challenger,
una escritora conocida por adaptar el diario de Anna Frank para la ópera
Annelies, surge la publicación de esta
antología.
Los temas que habitualmente el adolescente elabora aparecen con un matiz que los resignifica. Zlata, llama a
su diario Mimmy y en su compañía se
confronta con el crecimiento de su
cuerpo.
« He crecido Mimmy, no tengo ropa. Todo me
viene demasiado pequeño, corto, me aprieta. He quedado con Braco para ver si
puedo usar alguna de la ropa de Martina. Keka me ha escrito y me ha dicho que
puedo coger todo lo que necesite. “Coge todo lo que pueda alegrarte el día,
Zlata, y disfrútalo. Porque el mañana llegará. No lo dudes” »
La distancia con los amigos que partieron
con sus familias o la misma muerte son experiencias que alejan de los pares,
los amigos, ese referente tan importante para el adolescente. Zlata relee sus
cartas como una forma de reencontrarlas:
« Querida Zlata: Tú eres y serás mi mejor
amiga. Nadie podrá destruir jamás nuestra amistad, ni siquiera esta guerra.
Aunque estés en Sarajevo y yo en Italia, aunque no nos hayamos visto desde hace
más de un año, sigues siendo mi mejor amiga. »
Los padres de la infancia cambian en el
vértigo que trae la guerra, testimonio
de la vulnerabilidad de los cuerpos frente al sufrimiento y las privaciones:
« Miro a papá. Ha perdido mucho peso. La
báscula dice que veinticinco kilos pero viéndolo pienso que mucho más. Creo que
hasta sus gafas le están demasiado
grandes. Mamá también ha perdido peso. Parece que se ha encogido: la guerra ha
hecho que le salieran arrugas. ¿Dios qué les está haciendo a mis padres esta
guerra? Ya no parecen mi mamá y mi papá de antes. ¿Terminará esto algún día? ¿Terminará
nuestro sufrimiento y podrán volver s ser como eran: alegres, sonrientes,
guapos? »
Sin embargo escribir funciona
como compañía y fue en su caso la apertura a una gran posibilidad. En 1992
Zlata entró a una escuela provisional en su barrio y su diario fue descubierto
por UNICEF, publicado y traducido a 36 idiomas. Luego llegó una nueva vida, sus estudios en Oxford y la iniciativa compartida con Melanie Challenger al reunir otros diarios y recuperar otras voces.
El relato de los distintos jóvenes es
conmovedor por su agudeza en la crítica al mundo adulto, por la referencia a
situaciones límites y los recursos que cada uno encuentra para sostenerse en la
vida. Es una invitación para acercarse a la historia desde una perspectiva
distinta, muy especialmente a la historia reciente a través del testimonio
sobre conflictos que persisten como el de Israel y Palestina.
Muchos jóvenes escritores regresaron,
algunos murieron en el frente de batalla o en las ciudades sitiadas. Pero en
todos los casos, la escritura sirve como
proyecto y sostén, aparece como un
factor de resiliencia donde quien escribe se abriga en la palabra, apuesta a dejar su marca,
testimonio del cruce entre lo singular y
lo social, de las miradas entre generaciones y culturas. Tejido que intenta
suturar el dolor del trauma de la guerra.
María Victoria Fabre.
esas voces tan vivas, tan cercanas, cómo una mano que se estrecha. Conmovedor, acerca a la comprensión. Me gustaría leer ese libro.
ResponderEliminary siempre tus palabras, Victoria que acarician el dolor, que abrazan la infancia. Es maravilloso leerte
ResponderEliminarGracias Beatriz, un abrazo! El libro es un halllazgo!
EliminarQué emotivo! Cuántos sentimientos confrontados, esos cambios naturales en todo niño que crece, en ellos, en los que viven en medio de guerras y sufrimientos, se hacen mucho más difíciles... Un excelente artículo! Quiero leer ese libro!
ResponderEliminarGracias Laura, un abrazo. Es para difundir es un libro realmente conmovedor. Hay un pdf en internet
Eliminar¡Hola! Escribo desde Perú, y vengo buscando el libro de manera virtual o física sin éxito... Me pregunto si tú, María Victoria, o alguien más, tiene el PDF de este libro sin duda importante, "Voces robadas". ¡Muchas gracias! Mi correo es cesarbe@gmail.com
ResponderEliminarHola Cesar estaba en linea en pdf hace un tiempo pero debías pagar un arancel para acceder. Tratare de ubicarlo si puedo y te haré algún comentario por correo
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