ANGUILAS EN LA TOSQUERA.
¿Vos nunca
pescaste anguilas?
En la Tosquera
hay una espuma blanca,
vas por lo
bajito.
ponés el dedo y
la anguila muerde.
Y así, ya es
tuya, la tenés.
La carne es
rica, blanquita y blanda.
Con Toti vamos
los domingos y las traemos.
Tavito abre los ojos oscuros y enormes
para
impresionar a una maestra
que
no sabe pescar.
¿Vos no sabes
pescar anguilas?
Te voy a traer.
Los grandes
dicen que la Tosquera es peligrosa.
Yo no tengo
miedo,
voy por lo bajito y la agarro.
Ni carnada
uso, un
dedo y listo!
Ahí nomás la
tenés…
Tavito
abre los ojos oscuros y enormes.
El miedo no es sonso, sabe.
En
juegos fabrica espuma
donde
el sol de la ciudad
resume ausencias.
Boceto en birome. Laura Vichi |
En las zonas ribereñas los niños conviven con
la amenaza de la naturaleza, cuando la sudestada anuncia la inminente
inundación, algo del animismo infantil
se expresa en la frase que usan también los adultos: “Sale el rio”. La inundación y su alcance, son además, línea divisoria entre sectores y
vivencias que los chicos conocen bien: “A
usted no
le llega el agua”. El maestro
que no vive en la misma zona sabe que aunque intente acompañar, prestar
palabras, es un espectador frente a esa realidad desbordante. Agregaremos que
ante ella tiene la opción de estar más o
menos comprometido.
Tavito insiste
en lo rica que es la carne de anguila y que con ella puede hacerse una buena cantidad de milanesas. El maestro
es ubicado como quien de eso, no sabe.
Desde la ternura infantil hay un deseo de comunicar y compartir su mundo. Hay
también una donación desde la que se transforman roles. Un niño le enseña a una
maestra que no sabe pescar anguilas.
Sin dejar de pensar
en la instancia de prevención y de cuidado del cuerpo, puesto que efectivamente se verifican accidentes y
muertes en las tosqueras, pienso que es importante rescatar el saber hacer de
Tavito. No dejarse tomar por las estigmatizaciones desde lo presuntamente
deficitario, poder pensar a niños y comunidades desde sus fortalezas y
posibilidades, está vinculado con el concepto de resiliencia. Este concepto
designa que no todas las personas atravesadas por
privaciones, por situaciones de riesgo o traumáticas en la infancia y en el
contexto social, sufren inevitablemente enfermedades o desórdenes en su organización
futura. Por el contrario, muchos superaban la situación y hasta pueden resurgir
fortalecidos de ella.
Las investigaciones sobre las condiciones
favorecedoras de resiliencia ubicaron la importancia para esos sujetos de la
presencia de alguien con quien contar. Como lo resalta Aldo Mellillo,[1]
todos los estudios comprobaron que en la vida de las personas resilientes, estuvo presente un vínculo
contenedor, constante e incondicional con un adulto significativo:
«… comprobaron que la influencia
más positiva para ellos es una relación cariñosa y estrecha con un adulto
significativo. O sea que la
aparición o no de esta capacidad en los sujetos depende de la interacción de la
persona y su entorno humano ».
Llobet y Wesman[2]
señalan que la resiliencia:
«no es un rasgo de personalidad.,
sino que las personas son actores y fuentes de las adaptaciones resilientes, y
las familias, escuelas , comunidades, servicios de salud y sociales, son el
escenario de promoción de resiliencia, y pueden propiciar y proveer (o no) el
despliegue de los factores protectores ».
Como a otros alumnos pude
reencontrar a Tavito en el contexto barrial,
ahora Gustavo; me cruza casi 8 años
después manejando una moto para un servicio de delivery. Fue él quien me
reconoció para saludarme muy afectuosamente. En una charla breve me cuenta que
está en pareja con una chica de su edad y tiene una niña pequeña. Terminó en su tiempo la escuela primaria y estudia la secundaria en una
escuela nocturna. Me trae alegría y
cierto alivio que estudie, trabaje
y mantenga las marcas de aquella
expresividad tan afectiva.
Pocas tareas insumen tanta energía
como el quehacer docente. Trabajar en diferentes contextos, debe ser para el maestro o profesor una experiencia elegida, asumida desde un compromiso particular y vinculable a
un registro placentero, en el que esté vigente el deseo de seguir apostando al encuentro con
los niños y su comunidad.
Pequeñas marcas que hacemos y nos permiten
hacer, marcas del pasaje por la escuela y el encuentro con los niños, donde nosotros también nos transformamos. Se
trata de rescatar la importancia del vínculo, instancia central como posibilitadora del acto
educativo.
Se trata de aceptar el desafío y
descentrar la mirada, de conmover
representaciones, problematizar saberes previos para atreverse a una tarea tan
valiosa como necesitada de cuidado, ligada a aquello que transmite Tavito con su pregunta:
¿Vos sabés pescar anguilas?
[1] Melillo; Aldo. Resiliencia en Revista de
Psicoanálisis Ayer y hoy. Nº1. Pág. 1.
[2] Llobet, Valeria. Wegsman, Susana. El
Enfoque de Resiliencia en los Proyectos Sociales en Revista de Psicología de la Universidad de
Chile Vol. XIII, Nº 1: Pág. 143-152. 2004
María Victoria Fabre
Qué hermoso artículo, Victoria! me encantó leerlo!
ResponderEliminarGracias Laura, es una experiencia muy querida para mi. Un abrazo!
EliminarB U E N I SI MO!!!!! No sé pescar anguilas....
ResponderEliminarGracias por tu lectura Eric, los niños nos hacen descubrr muchas cosas!
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