"París es una ciudad cortada a tu medida"
Antonio
Requeni a Alejandra Pizarnik
La vio allí mismo, por la Rue de Seine, al arco que da al Quai de
Conti. Silueta desenfocada tras la niebla. Inmóvil, mirando sin
ver. Lucia quedó mordida por la curiosidad ante semejante personaje. Y no se
trataba de una puesta en escena porque todo el perímetro que abarcaba su vista
estaba estéril e indiferente. Era enigmático y entrañable; como su propio
mundo. Primera semejanza.
Se acercó con el derecho natural
de quien sabe que su atrevimiento tiene fundamento. La mujer giró su cara
blanca, perfectamente peinada y pintada, y con sus ojos negros y su
historia asomada en ellos, le dedicó una casimirada. Hermosa. Cualidad que se
conjugaba con una tristeza en los poros, dándole un bouquet dulce. La dama en
cuestión llevaba sombrilla de época en el antebrazo izquierdo. Su
peinado, elevado y ondeado con reflejos azules. En el moño un capullo de
rosa roja. Vestida en color trigo. Era la réplica de una época:. La moda del
siglo XIX, que presumían las damas.
Se paró junto a ella, en
silencio alternaba la vista entre las aguas monótonas y la mujer inmóvil.
Entonces cobró vida y como si continuara una conversación
le dijo: “siempre quise conocer París...” y suspiró mientras acariciaba
la baranda del puente donde estaba ligeramente apoyada. Un gesto desnudo.
- ¿Usted también?... - preguntó Lucía confundida – pero
no concluyó su pregunta.
Esta mujer de otro tiempo asintió con la cabeza, luego
extendió su mano derecha y le mostró un viejo mapa de la ciudad ya
amarillento y ajado, ya inútil.
- Hasta me había comprado esto, me pasaba horas mirándolo
y memorizaba bulevares y edificios, imaginaba la vida dentro de las casas, en
los salones. Pero Gustavo nunca me trajo. Me plagó de desmayos, mareos,
desvanecimientos, como si en lugar de sangre, por mis venas sólo corrieran
sueños.
- Yo tampoco soy de acá. Sin embargo siento que siempre
estuve aquí. Es extraño.
- Eso se lo tiene que agradecer a su autor. ¿Cómo
es él?
Lucía la miró y quedó callada. En cambio, comenzó a
dibujar palabras ilegibles con la punta del pie. Luego de un silencio
irreductible quiso despedirse: Tengo que irme.
La extraña mujer la detuvo.
– Un río, un puente; siempre son tentadores para ellos.
Cuídese!. No permita que le hagan eso.
-¿Hacer qué?
- Me hizo beber veneno. Fue horrible...No termine usted
arrojándose. – y con la mirada señaló el río.
Lucía entró en la habitación
de Julio. Vio acomodados junto a la Remington el montón de hojas prolijas,
enumeradas. Separados los capítulos por carátulas que los anunciaban. Buscó
rápido en los últimos. Entonces leyó. Efectivamente, entre llanto y desvarío,
se perdería en el Sena.
¡Ella tenía razón!
Rompió el último capítulo; el 156, y en un rapto de ira o
quizás genialidad, mezcló todos los capítulos. Con la alegría nerviosa de un
niño en su travesura.
A cambio dejó una nota que decía: “En el fondo, París es
una enorme metáfora”. Vuelvo a casa.
Se arrimó a la ventana y miró desde allí la calle, el día
gris. Recordó la cara de Emma cuando le tendía la mano y le preguntaba su
nombre:
- Lucía; pero me dicen La Maga. ¿Y Usted?
-Emma; pero me conocen como Madame Bovary.
Beatriz Fiotto.
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Beatriz Fiotto tiene 42 años, es española residente en Rosario. Es Profesora de Ciencias Económicas. Actualmente estudia Letras en la Facultad Nacional de Rosario ( UNR.) Fotógrafa, ha presentado sus trabajos en la Exposición de Fotografías Rosario-Santa Fe en Vitoria- Gazteiz (país Vasco- España) en La Yerra 2004, Exposición Internacional Itinerante Fotored 1998. Obtuvo el Premio "Mejor Imagen Fotográfica" Certamen Modalité 2001, la Mención Especial en el Salón 14 del Concurso Fotográfico Nacional "San Cristóbal" 2001 y en el Salón 15 en el 2002: Su trabajo fue publicado en Edición Especial de Fotomundo "La noche", entre otros espacios
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