domingo, 13 de julio de 2014

Dino Valls. Esa esquizia entre el ojo y la mirada.


                                        “mirada es algo que se despliega a pinceladas sobre el 
                                     lienzo, para hacerlos deponer la vuestra ante la obra del pintor”


                                                                                                         Jacques Lacan

                                    
                                         Proscaenia (2011). Oleo. 100  x  70 cm



                                                                         
       Ver no es mirar.  Es en la captura que ejerce la dimensión deseante de la mirada,  que el espectador entra fascinado a la obra de Dino Valls. Y entonces todo se nos dirige. Convocados a recorrerla, el cuerpo aparece fragmentado, trae las marcas  de la escritura, el trazo del dibujante. Cuerpos heridos o mutilados que evocan los cortes de un anatomista.  Partes del cuerpo, sectores del  cuadro que invitan a caminar y detenerse.

     Es la púber, la joven, la mujer, ambigua en la referencia a la edad o el tiempo histórico,  esa forma de belleza arquetípica e idealizada que se repite y bordea el enigma de lo femenino.

     Más que la técnica, que tan bien domina, cercana  a lo perfecto, es  esa capacidad de reflejar lo inconsciente, donde se revela lo oculto y oscuro de lo humano,  en su fragilidad  y desnudez,  lo que nos lleva  al centro de su pintura.  

     Los admiradores de la obra del pintor hallamos la recurrencia de una imagen femenina que  lleva a suponer la existencia de una modelo. Sin embargo Dino Valls  no trabaja con modelos, sino que a través de imágenes fotográficas ha realizado la construcción de un arquetipo de belleza idealizada. A cambio, nos cuenta en una entrevista,  que algo del encuentro amoroso en su vida se vincula con lo que generó su obra. La mujer amada, real, su pareja, es asombrosamente parecida a esa figura de belleza construida por él,  durante muchos años. La creación artística precede al encuentro y hasta su nombre: Alicia, coincide con el anticipado en  la imagen de algunas de sus pinturas.

    El deseo, no se trata de otra cosa que de reencontrar y reencontrarse,  en aquello escrito en un código antiguo, trazas de lo real que el artista transforma en imágenes.

   Y entonces eso habla, eso que  llamamos inconsciente.      
                                                                  

    Dino Valls nació en Zaragoza en 1959 y reside en Madrid  desde 1986. Es médico cirujano pero no ejerció la profesión para dedicarse de lleno a la pintura. Más de 200 cuadros integran su vastísima obra. Es uno de lo más exigimos representantes de la actual figuración de vanguardia. Su pintura se centra en lo humano pero más claramente  en su dimensión psíquica inconsciente.  Formado en la técnica del temple,  recrea los procedimientos de los maestros italianos y flamencos de los siglos XV  al  XVII, tomando lenguajes previos con una impronta personal y enigmática.

   




                                              Un recorrido por la obra de Dino Valls.

                                                 


   

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